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Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en ella parte sana, sino heridas, golpes y llagas recientes. No han sido curadas ni vendadas ni suavizadas con aceite. Su tierra es desolada, sus ciudades son incendiadas; su suelo es devorado por extraños ante su misma presencia, y es desolado como cuando es destruido por extraños. La hija de Sion ha quedado como una cabaña en una viña, como una choza en un huerto de pepinos, como una ciudad sitiada.

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